Elegir una carrera universitaria es una de las decisiones que más van a marcar tu vida, y a menudo se toma con poca información y madurez. Es habitual terminar la universidad, comenzar a trabajar y darse cuenta de que algo falla.

 

Cuando esto ocurre, entras en una crisis existencial. Lo que parecía funcionar ya no funciona y descubres que aquello que perseguías no te hace feliz.

 

Volver atrás es imposible y estudiar otra carrera es tremendamente difícil y requiere tiempo. Lo que sí puedes hacer de una forma relativamente fácil es cambiar de trabajo. Hay multitud de opciones, sobre todo si estudias una carrera técnica.

 

En este artículo te voy a contar mi experiencia como ingeniero durante diez años en diferentes empresas y cómo conseguí cambiar radicalmente hasta conseguir mi plaza de profesor de matemáticas.

 

El trabajo debe permitirte llevar una vida adecuada a tus circunstancias y necesidades, y una profesión como la de profesor de secundaria tiene muchísimas ventajas. Voy a explicarte las ventajas e inconvenientes de los diferentes trabajos a los que me he dedicado y espero ayudarte a que encuentres tu propio camino.

 

¿Por qué elegí teleco?

 

Elegir bien una carrera universitaria es un quebradero de cabeza para muchas personas. A no ser que tengas una vocación muy clara desde pequeño, las dudas te van a sobrepasar. Y es lo normal, porque a los dieciocho años uno no tiene la madurez suficiente para semejante decisión, no conoce las puertas que te puede abrir cada carrera y no puede adivinar cuáles van a ser sus necesidades diez años después.

 

Ahora tengo claro que, por orden de prioridad, estas son las preguntas que debes responder para elegir bien tu carrera. Cada una será un filtro y al final solamente deberían quedarte una o dos opciones.

 

  1. ¿En qué eres bueno?
  2. ¿Qué oportunidades laborales tendré y en qué condiciones: salario, flexibilidad, horario…?
  3. ¿Me lo puedo permitir: tengo dinero, me da la nota, tengo las habilidades y capacidades intelectuales necesarias…?
  4. ¿Qué me gustaría hacer?

 

Como ves, que te guste la carrera es lo último que debes valorar. Antes tendrás que asegurarte de que puedes ser bueno, que tendrás opciones de ganarte la vida en unas condiciones que te satisfagan y que tienes los medios para sacar tus estudios adelante.

 

Pero esto lo sé ahora , diecisiete después. En aquel momento solo pensé en el último punto y elegí arquitectura (después de haber decidido otras cinco o seis carreras antes). Por suerte ahí estaba el primo de mi madre, arquitecto, para persuadirme. El caso es que habría terminado en el peor momento, justo al iniciar la crisis en 2008, y mi futuro más probable era el paro. Gracias a él hice ingeniería de telecomunicaciones.

 

La carrera no me gustó nada y estuve a punto de abandonar a mitad. ¡Ni siquiera sabía cuál era el trabajo de un ingeniero de teleco! Pero tomé la decisión de acabar aunque solo fuera por honor, por no dejar las cosas a medias.

 

Después me daría cuenta de la enorme cantidad de posibilidades que ofrece una carrera como esta, y por eso estoy enormemente satisfecho de haberla elegido.

 

Mi primer trabajo

 

Estás acostumbrado a ir a algunas clases, por la tarde al gimnasio, tomar cañas con los amigos y a veces estudiar un poco. Es una vida cómoda y la controlas bastante bien. Pero al acabar la universidad te encuentras perdido. Tienes que hacer algo diferente y no sabes qué. Tus primeros trabajos van a marcar tu carrera profesional y debes elegirlos bien, pero probablemente las oportunidades no abunden.

 

Eché algunos currículums al azar y pronto empecé en una gran empresa americana como consultor IT. No tenía ni pajolera idea de en qué consistía aquel trabajo pero la mayoría de mis compañeros de universidad estaban entrando en consultorías. Me metieron en algunos cursos y participé en un par de proyectos, pero nada de aquello tenía ningún interés para mí.

 

La realidad de mi día a día se reducía a disimular continuamente, aparentar que sabía mucho sobre cosas que me sonaban a chino. Esa debía ser mi mayor preocupación. Un cliente había pagado por un consultor experto y ahí estaba yo, un recién licenciado haciendo el paripé. Era realmente estresante. Y frustrante.

 

Mi crisis existencial

 

Aquello no se parecía en nada a lo que había imaginado. Definitivamente no era para mí. ¿Era esto a lo que estaba destinado por haber estudiado teleco? ¿O había otros trabajos? En tal caso, ¿por qué había elegido este?

 

Siempre había querido comerme el mundo, tener un trabajo importante y cobrar un buen sueldo. No sabía exactamente cómo pero eso era secundario. Ahora vestía traje y corbata a diario pero me sentía desgraciado (puede que la corbata ayudara bastante a sentirme así). Tenía la sensación de que mi trabajo era completamente irrelevante para el mundo, encima me desagradaba profundamente y mi sueldo era bastante mediocre.

 

En una situación así, lo inteligente es pararse a pensar qué es lo que falla, qué necesitas realmente y definir un plan para conseguirlo. Pero todavía me faltaba experiencia y madurez para esto, a mis veinticuatro años.

 

Pensé en hacer un máster pero, si no sabía qué quería hacer, ¿cómo sabría qué máster me convenía? Afortunadamente descarté la idea y, en cambio, me abrí un perfil en Linkedin, fusilé con mi CV a todas las empresas que conocía y pasé mucho tiempo en Infojobs. Era como disparar aleatoriamente esperando acertar en algún blanco, pero funcionó.

 

 

De consultor a ingeniero, luego gestor, freelance y comprador

 

El caso es que empecé mal, eligiendo una opción que no iba conmigo por puro desconocimiento. Pero pude reaccionar rápido. Mis siguientes trabajos me resultaron mucho más interesantes, cada uno a su manera.

 

Por otra parte, en la empresa privada si no evolucionas continuamente tu currículum se estanca. Pero si cambias demasiado rápido se puede interpretar que no te comprometes o incluso que no eres válido y las empresas se van deshaciendo de ti. Tienes que manejar bien los tiempos y meditar cada cambio. En ocasiones puede ser un aspecto estresante, sobre todo si decides tomarte un periodo sin trabajar y dejar un vacío en tu CV, a ver cómo lo explicas después.

 

Durante diez años probé tres ciudades, cuatro empresas y cinco puestos diferentes. Las razones para ir cambiando de uno a otro fueron diversas: mejorar mi currículum, motivos personales o, simplemente, aparecía una oportunidad mejor.

 

He trabajado en grandes multinacionales y en pymes familiares; he sido becario, autónomo y empleado fijo; he disfrutado de buenos horarios y también he sufrido períodos de largas jornadas; he conocido buenos ambientes de trabajo y entornos hostiles donde el aire era irrespirable.

 

Trabajé en una gran empresa multinacional aeronáutica como ingeniero de sistemas y también gestionando proyectos. Fue una época dura al principio pero agradable después. Un trabajo interesante, un sueldo decente y buenas condiciones.

 

Después me mudé a Murcia por motivos paternales y aquí las buenas opciones eran escasas. Dediqué un tiempo a trabajar como consultor freelance en cuestiones de gestión de proyectos IT y control de costes. Era mi primera vez como autónomo y comprobaría de primera mano las enormes desventajas de este colectivo, frente a unos pocos beneficios.

 

Volví a la aeronáutica pero esta vez como gestor de compras en una empresa familiar mucho más pequeña de lo que estaba acostumbrado. En este tipo de empresas se aprende mucho, si te gusta el mundo de los negocios lo puedes pasar bien. Viajas, asumes responsabilidades y hay opciones de crecer. Pero también el nivel de exigencia y entrega es mayor, y las condiciones laborales serán precarias en general.

 

Para y piensa…¿qué quería realmente?

 

Descubrí que, por mucho que cambiara de empresa y puesto, los puntos negativos siempre eran los mismos: un horario de mañana y tarde, pocas vacaciones, un jefe agobiante, un salario poco más que decente y mucho estrés. Y ya no estaba dispuesto a aceptarlo.

 

Voy a contarte cómo conseguí resolver mi crisis.

 

Paré un momento y pensé fríamente: ¿qué necesito para ser feliz? Y entonces elaboré esta lista:

 

  • Libertad económica
  • Tardes libres
  • Muchas vacaciones para disfrutar de mis hijos
  • Sentir que mi trabajo es útil

 

Al principio, consideré varios negocios online y probé diversas maneras de generar ingresos pasivos pero no funcionaron del todo. Hasta que por fin di con la tecla: ¡profesor de matemáticas!

 

Suponía un cambio radical, sí, pero cumplía con todos los puntos de la lista: las matemáticas eran importantes, ayudaría a jóvenes a mejorar académica y personalmente, tendría mis tardes libres, largas vacaciones y un buen sueldo.

 

En realidad, esta idea no era nueva del todo. Cuando llegué a Murcia tras haber dejado mi trabajo en Madrid y sin nada entre manos, decidí estudiar el Máster en formación del profesorado y matricularme en una academia para preparar la oposición de matemáticas, simplemente por hacer algo, la verdad. Unos años después la idea volvió con más fuerza, y esta vez iba a por todas. Ya cumplía los requisitos para poder presentarme y conocía algunos entresijos de la oposición.

 

¡Al fin profesor de matemáticas!

 

Estudiar mientras trabajas a tiempo completo y crías a tus hijos supone un sacrificio enorme. Yo empecé estudiando por las noches, después de acostar a los niños, y también los fines de semana. Dos meses antes del examen ya no trabajaba y pude dedicarme por completo a realizar el sprint más intenso de mi vida.

 

Gracias a una buena preparación y a que las oposiciones fueron realmente difíciles (sí, has oído bien) conseguí una de las 39 plazas convocadas. Al final, el esfuerzo mereció la pena.

 

Y este sí que fue un cambio radical en todos los sentidos. Una profesión totalmente diferente y en condición de funcionario. Jamás imaginé que podría volver todos los días a comer a casa, llevar y recoger a los niños del colegio de vez en cuando y tener varios meses de vacaciones. ¿Por qué había sacrificado diez años de mi vida?

 

No es oro todo lo que reluce

 

Me gustaría decirte que ser profesor de matemáticas es el trabajo perfecto y que si apruebas la oposición vas a ser plenamente feliz a nivel profesional. Pero te estaría mintiendo. No existe el trabajo perfecto, ni tampoco todas las personas están hechas para cualquier trabajo. Debes comprender bien tu personalidad y tus circunstancias, y entonces elegir el trabajo que mejor te convenga.

 

A pesar de haber encontrado una profesión que encaja perfectamente con mis necesidades actuales, existen algunos inconvenientes que debo compartir contigo.

 

En primer lugar, tratarás a diario con un alumnado que tiene una edad complicada. En general, encontrarás buenos chavales y aprenderás mucho de ellos, pero siempre habrá algunos que prefieren estar a otras cosas. Con experiencia, poco a poco, aprenderás a gestionar cada grupo y situación de la mejor manera posible.

 

El sistema educativo tampoco te va a ayudar y te exigirá impartir un temario demasiado denso y poco práctico. Va a ser difícil llegar a todo sin correr excesivamente, así que deberás encontrar un equilibrio adecuado y no permitir que esto te ponga límites.

 

Aunque no tienes un jefe directo encima tuya constantemente, cada centro está gestionado por un equipo directivo con el que es habitual discrepar. Según las estadísticas, las diferencias con el equipo directivo son la primera causa de descontento entre el profesorado, muy por encima del alumnado.

 

¿Ingeniero o Profesor? ¿Cuál es tu camino?

 

El objetivo de este artículo es explicarte, desde mi punto de vista y experiencia personal, las ventajas e inconvenientes de trabajar en una empresa privada y ser profesor de matemáticas en un instituto público. Creo que ya lo he hecho en gran medida, pero voy a resumir los pros y contras de cada profesión.

 

Horario

 

En una empresa privada sabes cuándo entras pero no cuándo sales de la oficina. Como mínimo debes permanecer allí ocho horas diarias, que a menudo se convierten en nueve o diez.

 

Los profesores terminamos como máximo a las dos y media. Contabilizando el número de horas anuales, un profesor trabaja la mitad que un empleado de la empresa privada.

 

Vacaciones

 

Una empresa privada te dará 22 o 24 días de vacaciones al año que, en teoría, puedes elegir cuando mejor te convenga. Y digo en teoría porque vas a tener que coordinarte con otros compañeros y evitar momentos de alta carga de trabajo (según la fase de un proyecto, las Navidades en el comercio, el verano en el sector turismo, etc). En mi última empresa nunca me dejaron coger más de dos semanas y media seguidas.

 

Si tienes suerte de caer en una buena empresa, también te darán algunos puentes y, quizás, una semana en Navidad.

 

Pero el profesor disfruta de dos semanas de vacaciones navideñas, la Semana Santa completa, muchos puentes y dos meses completos en verano (que en realidad se alargan un poquito más). La victoria es por goleada

 

Salario y derechos laborales

 

Un profesor recién entrado (sin trienios ni sexenios) cobra catorce pagas de unos dos mil euros netos.

 

Posiblemente encontrarás mayores sueldos en la empresa privada que en la docencia, aunque en pequeñas empresas fuera de las grandes ciudades seguramente ocurra al contrario. Sin embargo, la diferencia no va a ser muy grande a no ser que alcances puestos de directivo.

 

En cuanto a derechos laborales como bajas, licencias, excedencias, etc está claro que el funcionario gana de nuevo por goleada.

 

Interés del trabajo

 

La docencia no es para todo el mundo, debe gustarte hablar con otras personas y tratar con jóvenes.

 

La mayoría de profesores entendemos que nuestro trabajo es importante. Formamos a los adultos del futuro, y no solamente en nuestra materia, ya sea matemáticas o inglés, sino también en otros aspectos de desarrollo personal. Por suerte, tenemos la libertad de impartir nuestras clases como mejor nos apetezca, utilizando los medios y métodos que nos parezcan adecuados y diseñando actividades divertidas.

 

Puede resultar repetitivo enseñar cada año lo mismo pero existen maneras de evitar la monotonía: elige diferentes cursos cada año, cambia ciertas actividades, organiza excursiones, cambia de centro cada ciertos años…

 

En una empresa privada debes hacer lo que te ordena tu jefe y tienes muy poca flexibilidad para elegir qué es lo importante en cada momento o cómo hacer cada tarea. Puedes tener suerte y encontrar un trabajo interesante pero la mayor parte del tiempo estarás preparando informes o justificando tu desempeño.

 

En ambos casos hay cierta carga administrativa que resulta poco agradable.

 

Estrés

 

Las horas del profesor son intensas pero escasas y cuando vuelves a casa o te vas de vacaciones los problemas desaparecen por completo. Mañana será otro día y en septiembre comenzará un nuevo curso con alumnos diferentes.

 

Sin embargo, los problemas de la empresa privada son a largo plazo y a menudo te los llevas contigo a la cama. Tendrás un jefe (o varios) encima tuya constantemente y también es habitual tener que estar pendiente del móvil del trabajo durante las vacaciones, lo que te impide desconectar.

 

Es muy evidente que en cuestiones de estrés gana el funcionariado, y lo afirmo con conocimiento de causa.

 

Carrera profesional

 

Sinceramente, he encontrado muy pocas opciones de hacer carrera profesional en la empresa privada. Para ascender debes, bien ser un trepa, bien estar en el lugar y momento oportuno. Sin embargo, la teoría indica que hay más oportunidades de crecer en la empresa privada.

 

Un profesor no aspira a más que cambiar a un instituto mejor e ir acumulando trienios. Existe la posibilidad de formar parte del equipo directivo como jefe de estudios o director, pero este tipo de trabajo es muy diferente.

 

Estabilidad laboral

 

El trabajador de la empresa privada siempre está caminando por la cuerda floja, en cualquier momento pueden prescindir de él alegando diferentes motivos: reestructuración de personal, baja carga de trabajo, dificultades económicas de la empresa, etc.

 

He vivido situaciones en que el miedo a ser despedido provocaba enfrentamientos y falsas acusaciones entre trabajadores. No es agradable trabajar en un ambiente como este.

 

Sin embargo, el profesor de matemáticas es funcionario y sabe que su puesto no peligra. Esta estabilidad te permite conciliar mejor el sueño e iniciar proyectos personales como comprar una vivienda.

 

Jefes

 

Es probable que estés harto de tu jefe si trabajas en una empresa privada. Una de sus obligaciones es controlarte y conocer qué estás haciendo cada minuto, y eso te tiene que acabar afectando. En mi caso, era una sensación de continuo control que me asfixiaba.

 

Ahora no tengo claro ni quién es mi jefe. Si bien es verdad que algunos asuntos los marca el equipo directivo y el jefe del departamento de matemáticas, al final el amo y señor de lo que ocurre en mis clases soy yo.

 

Movilidad

 

En ocasiones la situación personal nos obliga a mover nuestra residencia a otra ciudad o país, o quizás simplemente nos apetece un cambio de aires.

 

Si trabajas en una empresa multinacional es probable que encuentres opciones para cambiar de una sede a otra, o incluso desplazarte temporalmente por algún proyecto concreto. En el caso de que quieras cambiar a un lugar diferente, entonces tendrás que cambiar de empresa con las dificultades y riesgos que esto conlleva.

 

Un profesor ha aprobado las oposiciones en una comunidad autónoma concreta pero tiene movilidad nacional. Cada dos años se convoca un concurso de traslados en el que puedes elegir cualquier destino dentro de España. Las condiciones de trabajo serán exactamente las mismas.

 

Relaciones personales

 

Por último, es probable que en una empresa privada tengas buenos y malos compañeros. Compartir momentos duros en el trabajo une y puede que establezcas amistades para toda la vida.

 

Pero como profesor, el trato con otros profesores será escaso. Echarás de menos pasar tiempo y hablar con personas de tu edad, y al hacerlo tan poco tiempo será difícil establecer relaciones personales. Sin embargo, siempre habrá alguien con quien tomar un café en la típica hora libre o cuando no haya alguna reunión semanal, y charlar a la hora del recreo en la sala de profesores.

 

 

 

Espero que mi experiencia te haya servido de inspiración para encontrar tu propio camino. Como ves, no existe el trabajo perfecto y cada circunstancia personal requiere un tipo de trabajo diferente, pero ser profesor de matemáticas tiene muchísimas ventajas.

 

Me gustaría recordarte que yo conseguí mi plaza de profesor de matemáticas gracias al Método #EMAP. He diseñado y mejorado este método para que dispongas de todo lo necesario para conseguir tu plaza, superando las desventajas de una academia convencional. Te animo a que continúes indagando en mi web y descubriendo el método #EMAP, y espero que decidas unirte para que recorramos el camino juntos.

 

También te invito a que comentes este artículo y, si necesitas saber algo más, contactes conmigo a través del formulario web. ¡Prometo contestarte lo antes posible!